viernes, 27 de marzo de 2015

TAL VEZ PUEDA



Tal vez pueda alguno de estos años
escribir un poema de amor, de esos que hablan
de besos y caricias y gemidos,
orgasmos infinitos
y de tocar las nubes con las manos,
tal vez pueda.


Tal vez pueda mirar las amapolas
en los campos de trigo,
una puesta de sol cuando se hunde
en las aguas de un mar inexistente
o la luna -¡ay la luna!-
que desde siempre ha dado tanto juego
al vicio solitario de hacer versos,
tal vez pueda.


Tal vez pueda perder
la jodida cabeza y olvidar
que la gente fracasa,
que todos fracasamos casi siempre
en el duro trabajo de querernos
y creer que es posible.
Tal vez pueda.


                                                  Ana Montojo

Cuaderno de Poesía n#5 de Poetas sin sofá



miércoles, 25 de marzo de 2015

¡QUÉ BONITO ESTÁ EL CAMPO!




¡Qué bonito está el campo!
Despacio caminamos Lúa y yo.
Debajo de nosotros, el barranco
y un valle atravesado por el río.
El verde es resplandor.
Resplandor que despierta las miradas  
de los dos. Lúa, ¿ves lo que estoy viendo?
Es allí,  allí…  muy cerca del río.
En la pradera está
una yegua pariendo… Mira, Luita,
estamos asistiendo
de la vida al milagro.
Fíjate cómo sale la cabeza
del potrillo; y, aún lleno de sangre,
fíjate en su madre con cuánto amor
lo lame. Unos instantes han pasado
y el neonato inseguro se levanta
e inseguro camina hacia su madre.
El Sol desde el empíreo nos calienta,
¡Qué hermoso es el paisaje,
Qué hermoso es el potrillo
Y qué hermoso el milagro de la vida!
Lúa ahora se planta junto a mí
y en mi pierna restriega la cabeza.
Entonces, yo le digo:
También al mundo tú viniste así,
Lúa, Luita, así viniste tú.
Y así los niños que son tus amigos.
¿Verdad que es un milagro?
Porque esto sí que es un milagro. Sí,
El milagro de la vida… EL MILAGRO.

                                        Antonio Capilla 
Cuaderno de Poesía #5 de Poetas sin sofá

miércoles, 18 de marzo de 2015

CANCIÓN PARA KRIZEIDA

        

         I



Otra vez los recuerdos
al otro lado de la frontera.

Mis ojos se deslizan
para ocultar las lágrimas
detrás de los árboles.

Los tuyos se quedaron
llorando al otro
lado de la línea.

Nueve años no es
suficiente.
Cuatro vocales
y cuatro consonantes
componen algo más
que tu nombre.

Hoy no hay fronteras.
La línea divisoria
es ahora un mar Mediterráneo
donde las lágrimas
se ocultan en las ventanas
de grises edificios.


         II


Tengo una tarde profunda.
Sin horas.
Sin minutos.
Sin tiempo.

Donde el presente
plasma en papel
uno, dos, no importan
el número de recuerdos,
sensaciones que dibujan
imágenes tristes y ausentes,
diapositivas mentales
profundamente grises,
extrañamente blancas.

En ocasiones
suspirar duele.
Y el olor a tierra mojada
obliga a tragar con dificultad
esa nube de recuerdos.

         
            III


Qué haremos
si la vida nos coloca
otra vez
en los extremos de una línea.

Quién dejará caer
la primera lágrima.
Quién la primera sonrisa.

A quién le latirá el
corazón más fuerte
cuando callemos todo,
cuando digamos nada.

                                                         Tony Calix


De "Poemas ingenuos", ACEN, 2012

lunes, 9 de marzo de 2015

DOS POEMAS DE BEGOÑA ABAD



COCIENDO ARROZ

En este momento,
en el silencio de mi cocina
mientras vigilo el a rroz que cuece
y escucho gotear un grifo imperfecto,
pienso en las mujeres lejanas
que se cuelgan un fusil a la espalda
para adentrarse en la selva.
O en las que se cuelgan el hijo
y caminan horas en busca del agua.
O en las que se desvisten
en un cuarto triste para venderse.
Las desterradas hijas de Eva
del imperfecto mundo que gotea.





LA CUCHARA



Hablar de la cuchara
humilde en los cajones

no sirve, me dices, para un poema
y yo sonrío, vieja ya de todo,
no discuto, no contradigo…
La cuchara con la que crié a mis hijos,

la que llevas a tu boca cada día con suerte,
la que tu madre usaba los días festivos,
la que hacía música sobre el cristal de las copas,
la que con su frío aplacaba el dolor de tus chichones,
la de peltre, de mi abuela y de la suya
que me dan sopas con honda
cuando me crezco, sabihonda,
y olvido el humilde valor de la cuchara
y de mi origen.




                            Begoña Abad
(Cuaderno de Poesía #5 de Poetas sin sofá)